domingo, 26 de abril de 2015

Capítulo 30

*Narra Álvaro*
No sé porqué pero cuando María me dijo que estaba llegando a su pueblo, el mundo se me cayó encima. Tampoco sé porqué la echaba de menos, ni porqué la necesitaba cerca. Eran casi las doce y suponía que el zoquete de Carlos ya habría despertado.

*Conversación telefónica*
Carlos: Mamarracho, ¿qué quieres?
Álvaro: No me puedo creer que estuvieras dormido aún
Carlos: Pues sí, es muy pronto.
Álvaro: Tío, necesito salir, olvidarme un poco de que esté lejos, la echo de menos
Carlos: Estás enchochado, no te preocupes, en dos días se te pasa.

*Narra Carlos*
Estuve hablando un poco más con Álvaro, notaba que necesitaba desconectar, así que le invité a mi casa a pasar lo que quedaba de mañana. Cuando llegó le noté raro, más apagado de lo normal.

Carlos: María es muy buena chica pero nadie merece que estés así.
Álvaro: Tío, nunca lo entenderás. A mí ninguna se me había resistido, y ella sí. Sé que me quiere pero no de la manera que quisiera.
Carlos: Tú eso no lo sabes.
Álvaro: Lo sé porque con David todo fue diferente, el primer día ya estaban saliendo
Carlos: Piénsalo. María confió en David demasiado rápido, él la hizo daño. ¿Tú volverías a confiar en alguien pronto?
Álvaro: Sigues sin entenderlo.
Carlos: Pues explícamelo
Álvaro: Cuando fuimos a por la comida ayer, que vosotros fuisteis a la mesa, dejé la comida en la mesa y luego fuimos a por la bebida. María estaba en el piso de arriba rellenando y estaba David, estaban hablando algo, y entonces aparecí yo, le besé la mejilla.
Carlos: ¿Y bien?
Álvaro: Ella nunca me ha mirado con los ojos que miraba a David, ese brillo, esa forma de mirar.
Carlos: Te rayas demasiado.
Álvaro: Tal vez porque nunca me había pillado por ninguna, todas eran simples rolletes para mí, de una semana como mucho, pero en ella he visto a la persona con la que siempre soñé pasar mi vida.

Seguimos hablando un poco hasta que pedimos unas pizzas. Al rato llegó Blas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario