*Narra Nayade*
No sé porqué pero ver a Álvaro y a María abrazarse no me estaba molestando. Tal vez ese sentimiento que el día anterior se me había activado, hoy ya estaba inactivo y no sentía nada por Álvaro. Quería ver a María feliz, a pesar de todo éramos amigas. Muy buenas amigas. Pero, ¿y si David llevaba razón? No, no lo creo. María estaba con él y es que cuando está con alguien ni se le pasa por la cabeza liarse con otro, y menos sabiendo como me gustaba a mí Álvaro. Imposible.
Vinieron Carlos y María y dijimos de dar una vuelta por el centro comercial. Mientras Cristina y Yolanda entraban en una tienda de ropa, Los chicos, María y yo nos quedamos fuera. Aproveché para hablar con María. Nos retiramos un poquito.
Nayade: María, ya sabes lo que hablamos ayer, sobre mí y Álvaro, pero, ¿sabes qué? Hoy es como si Álvaro nunca me hubiese gustado. Sólo le veo como un amigo, no quiero nada con él, y si tenéis algo, o lo que sea, que sepas que os voy a apoyar.
María: Sabes que nunca podría salir con el chico que le gusta a una amiga.
Nayade: Pero ya no me gusta. Créeme, y no seas tonta. A Álvaro se le nota que le gustas. No pierdas la oportunidad, porque él es un buen tío.
*Narra David*
María y Álvaro se estaban abrazando. Eso no era normal. Alicia era risueña, muy simpática y guapa. Me dijo de pasar el día con ella, y algunas amigas. La idea era ir a comer donde comiese María y mis amigos y justo aprovechar para liarme con ella. Sé que suena cruel, pero ella se lió, o eso creo, con un amigo, que esa es otra, menudo amigo.
Alicia: Mira, ahí están María y Nayade, y tus amigos.
De amigos nada. Que defiendan a una chica que acaban de conocer, antes que a un amigo de hace mucho más tiempo, demuestra que muy amigos no eran míos. Ellos se lo pierden. Pasamos casi rozando a estos, y yo cogí de la cintura a Alicia. María me vio, y giró la cabeza. Yo, sonriendo, les dije adiós, pero no obtuve respuesta de ninguno.
*Narra Álvaro*
David era un payaso. Pasar delante nuestra, cogiendo de la cintura a Alicia, y sonriendo, para hacer daño a María no era de ser un buen tío. María como una grande que es, giró la cabeza, y sonriendo se abrazó a Blas. Yo quería decirla algo, pero me faltaban palabras. Empecé a ponerme nervioso, porque María se había sentado a mi lado. Carlos ya me había contado de lo que habían hablado y me daba algo de vergüenza la situación. A pesar de todo, soy un tío bastante tímido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario